martes, 5 de octubre de 2010

Hemos vuelto


Ya hace tiempo, y en realidad nunca nos fuimos. Pero siento que aquí estamos otra vez. Cuando terminan las vacaciones de agosto, huele la redacción a calma chicha, y al mismo tiempo, como máquinas programadas desde hace años, parimos el número de septiembre, el mes bisagra. Entre la playa y la lluvia. Entre la alegría y la nostalgia. El bañador y la manta. Me doy de bruces con la realidad en la presentación de la temporada del Teatro Principal. Ahí tomo consciencia de que empieza un nuevo año, un nuevo curso. Y vuelvo a hacer el mismo reportaje, el de octubre. Son otras obras, otros públicos, otros lectores. Pero tengo la certeza de que todo se repite, y yo también.

Cuando labro cierta distancia, después del cierre de edición, veo cómo las oportunidades se me acumulan. Cosas que hacer, gente de la que aprender. Rastreo un círculo traidor y cautivo desde hace años, pero quiero pensar que cada vez que paso por él, puedo pintarlo de un nuevo color. Por lo que he visto al preparar el número de octubre, está la paleta preparada. Sólo hay que querer pintar.

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